Revocos de cal

Según mi experiencia, que es básicamente sobre la que se basa este artículo, hay varias razones por la que se puede preferir el revoco de cal. Una de ellas, que en un primer momento fue para mí la principal, es que, según se dice, la cal es un buen repelente para los ratones, de tal manera que por lo menos en toda la primera fila de las balas sería conveniente abundar en ésta. La segunda es que añadiendo cal al barro (arcilla), le confiere dureza, y a la vez, evita que la lluvia lo lave, además de seguir permitiendo una completa transpirabilidad, al contrario de otros aditivos como el aceite, etc.

Pero vayamos por orden. Primero una breve descripción de este material. La PIEDRA CALIZA se extrae de las minas y mediante un proceso en hornos a una determinada temperatura y en un tiempo específico, se convierte en CARBONATO CÁLCICO. A continuación se tritura en piedras más pequeñas o se muele para convertirla en lo que todo el mundo conoce como cal en polvo. Hasta aquí sigue siendo “viva”. A partir de ahí, para poder usarla debemos “apagarla” o sea, mezclarla con agua, y se volverá CAL APAGADA denominándose “grasa” (6 meses) o “en pasta” (3 meses). Según el tiempo que se haya dejado en reposo, así las venden en el almacén. Hay que tener cuidado de no confundirse con la “CAL MUERTA” en polvo (hidróxido de calcio), ya que aunque sea menos peligrosa (no hay que apagarla), es poco apta para el revoco. Esta se reconoce porque al echarla en el agua no hace ninguna reacción, ni mucho menos llega a hervir.

Apagado de la cal

Si queremos ahorrarnos un dinerillo y efectuar nosotros mismos el proceso del apagado, será conveniente que sigamos unas recomendaciones. Primero de todo, procurarse mascarilla, gafas y guantes, respirar el polvo y los gases de la cal es muy dañino. Rellenar un depósito metálico con agua, ya que la reacción que ocurre hace aumentar la temperatura de tal manera que si el depósito fuera de plástico lo fundiría. Como referencia indicativa de las proporciones en el apagado, se puede considerar una de cal y tres de agua, dejando abundante margen en el depósito porque aumentará de volumen. Hay que ir vertiendo poco a poco el polvo o las piedras, según de lo que se disponga, y en cuanto se empieza a notar la reacción con un efecto sonoro, seguir haciéndolo pero mucho más despacio, ya que de un momento a otro empezará a hervir. (Procuremos tener suficiente cal para alcanzar este estado, al margen de las proporciones indicativas que he dado) y es entonces cuando hay que tener mucho cuidado en parar a tiempo antes de que las salpicaduras aumenten de una manera desmesurada, pueden llegar a ser muy aparatosas y peligrosas. El contacto de la cal con la piel, crea quemaduras, por lo que es conveniente tener el cuerpo bien cubierto. No obstante, si se diera el caso, habrá que lavar la zona afectada con abundante agua, particularmente los ojos. En ningún caso hay que añadir agua en la fase de ebullición, por muy fuerte que sea la reacción, porque estaríamos parando el proceso. Notaremos al tocar el depósito que la temperatura es muy elevada, tanto de no poder mantener la mano encima y ésta es la señal de que la reacción ha salido bien. Antes de su uso es recomendable dejarla reposar unas cuantas semanas, lo óptimo sería usarla a partir de unos tres meses, si lo hacemos antes se reducen notablemente sus características. Tras haberse enfriado, para guardarla por un tiempo superior a seis meses es aconsejable pasarla a un contenedor de plástico, ya que la cal es muy corrosiva con el hierro. Otra manera de hacerlo es hacer un hoyo en el suelo o utilizar una bañera. Sea como sea será conveniente usarla con una temperatura no inferior a unos 15 grados.

También se vende cal grasa o en pasta con todo el proceso ya hecho (sale mucho más caro, claro). Tanto si la apagamos nosotr@s mism@s como si la compramos, no hay que dejar que se seque, por lo que habrá que añadir agua con cierta regularidad dejándola siempre con un par de dedos por encima. Si se secara ya no valdría para el mortero.

Existe también otra clase de cal, la “CAL HIDRAÚLICA”, con la que igualmente podemos hacer el mortero, pero sin el engorro de tener que apagarla, ya que se usa como si fuera cemento. Que yo sepa, un inconveniente es el precio y el otro es que parece ser menos porosa (menos transpirabilidad), además de ser un producto importado ya que no hay minas aquí en España.

Una vez que tenemos claro que cuanto más tiempo guardemos la cal que hemos apagado más fuerte será nuestro mortero, pasemos a la mezcla. La mezcla de los componentes puede variar en función de muchos factores. Uno de ellos es si disponemos de barro arcilloso en el lugar de la construcción, y si es muy arcilloso o poco. Para saberlo, podemos diluir y agitar un poco de barro en un bote de cristal y dejándolo reposar un tiempo, notaremos tres capas: arriba del todo agua, luego arcilla y por último arena, que se va al fondo. Otra manera sencilla de saber si tiene arcilla tu terreno es coger un puñado de barro, apretarlo y observar si se pega o se deshace, cuanto más pegajoso más arcilloso. Otro factor es si queremos comprar la arena en el almacén o si la tierra de la finca es muy arenosa. (Obviamente, si podemos elegir, lo local primero). Un tercer factor es el grado de exposición a la intemperie del muro que se va a revocar, etc. Teniendo en cuenta estos factores haremos la mezcla. Lo mejor es experimentar en pequeñas zonas antes de hacerlo a gran escala. 

La adecuada dosificación de los elementos favorecerá más o menos la consistencia del mortero. De todos modos, siempre hay que tener presente que cuanto menos áridos añadamos, más grietas tendremos. Por otra parte si exageramos en arena el mortero perderá consistencia. Considerando la dosis clásica, que es una de cal y tres de arena, a ésta se le puede añadir todo lo que en el artículo del revoco con arcilla se describe (virutas, paja, etc.) Por ejemplo, en una reciente construcción que hice contando con barro de la zona (bastante arenoso), la mejor mezcla salió dos de barro, una de cal, una de paja desmenuzada y dos de arena. Los muros salieron muy duros, sin grietas y sin ratones, claro que en toda la parte baja se puso cal en mayor proporción en la primera mano.

Lo mismo que el mortero de arcilla no pega a la paja si lo damos directamente, el de cal tampoco. Por consiguiente, sigue siendo imprescindible una primera “empapada” de material arcilloso antes de poder dar las otras manos de cal. Lo más importante es que la primera capa sea lo suficientemente líquida como para permitir que penetre bien en la bala, en el caso de la arcilla resultara más fácil por ser muy pegajosa.

Una vez hecha la mezcla (para el mortero de cal no es aconsejable usar la hormigonera clásica, pues la velocidad con la que gira no permite deshacer la pasta, habría que usar una específica para ella, o a mano) se puede colocar directamente con las manos, protegidas por guantes de goma, o con llana, según como queramos el acabado. También se puede usar el revoco de cal sólo como última capa cubriendo y protegiendo las primeras capas de sólo barro, lo que le dará  consistencia y protección del agua. De todos modos, siempre será aconsejable mojar bien la pared antes de la siguiente mano, así como mojar el propio muro en la primera mano. Hay que tener en cuenta otro detalle: en un mortero de cal (que es de lo que estamos hablando al fin y a cabo) tardara en “fraguar” (ponerse duro) en función del grosor de la capa, cuanto más gruesa más tardará, así como en función de la temperatura, cuanto más alta menos tardará. No se aconseja usar un mortero de cal en invierno con temperaturas bajas (no menos de 15º), pueden pasar meses antes de que se ponga duro, lo digo por experiencia. Sea como sea, que yo sepa no hay un limite establecido para el grueso de la capa, basta con pensar que se hacen zapatas de medio metro cuadrado y más. Esto sí, si no quieres “eternizarte” en esperar se puede añadir un poco de cemento blanco el cual acelera notablemente el proceso, o comprar aditivos específicos que se venden para esta función.

Una alternativa muy sencilla que también se puede utilizar es hacer un revoco normal sin cal y, a continuación, una vez que esté bien seco, darle unas cuantas manos de pintura de cal directamente sobre el revoco. También esto lo protegerá de la lluvia y le dará suficiente consistencia. Está claro que si la zona es muy lluviosa, habrá que encalar los muros de vez en cuando. Con esta solución habrá que pensar algo para los ratones. (Malla metálica tipo gallinero, pero más estrecha para que no se cuelen u otra cosa por el estilo).

¡A revocar!

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